Cada año en los Estados Unidos, aproximadamente 40,000 bebés nacen con cardiopatía congénita (CHD). Como la tecnología de detección prenatal y de imagen ha mejorado en las últimas décadas, estamos en el punto en que podemos hacer diagnósticos detallados de alto nivel de defectos cardíacos meses antes de que nazca un bebé. Sin embargo, a pesar de nuestras poderosas herramientas de detección, menos del 35 por ciento de los casos de CHD en los Estados Unidos se diagnostican en el útero. Como resultado, estos bebés vulnerables nacen en condiciones subóptimas, sin la presencia de especialistas apropiados, o en hospitales locales que no tienen la experiencia para cuidar a un bebé con una afección cardíaca grave.